15 de noviembre de 2016

Hoy me picó una abeja en el pie. Tres cuadras tardé en sacarme el aguijón.
Paso por paso iba con los ojos al borde del llanto, puteando por lo bajo, aguantando el dolor.
Llegue a lo de Magui con el pie hinchado que latía del ardor y un circulo rojo en el borde donde terminaba la sandalia.  
Fueron dos los segundos que tarde en estallar. Era un llanto desconsolado entendés? 
Hace 10 horas me picó una abeja en el pie y todavía me duele, molesta, hincha las pelotas.
En fin, este texo desordenado es para contarte que la abeja me recordó que la cama me queda muy grande sin vos y que tardé demasiado en sacarme el aguijón. 

26 de septiembre de 2015

Parte XII

El doce de marzo empece mi ultimo año facultativo. Me faltaban cursar y rendir las seis ultimas materias de la carrera.
No sé porque fue también ese mismo día que decidí volver a esa pequeña librería a la que después de terminar de Federico no volví nunca mas.
Como siempre fui a la parte de los libros usados. Rebusque y encontré unos cuantos libros de Cortazar que sume a mi colección. Me gusta tener mi biblioteca intacta en Misiones, así que cuando puedo compro de a pares. Uno para la docta, uno para la tierra colorada.
Ese dia hacia calor pero corria un viento refrescante, de esos que te dan ganas de sentarte en el primer bar al aire libre con un jugo de naranja recien exprimido, tenia dos horas antes de entrar al gimnasio, asi que fue exactamente eso lo que hice.
Encontré un bar bien rústicos con una terraza todo de madera, sillas, mesas, piso. Toda la decoración era una enredadera llena de flores blancas chiquititas y con algo de olor a jazmín. Era el cielo para mi.
Habían sólo tres mesas ocupadas de las veinte que tenían. Me senté en un rincón, pedí el jugo de naranja y comencé a leer por tercera vez "Rayuela"
Estaba casi terminando el jugo cuando algo me hizo sentir incomoda, había algo que me obligaba a levantar la vista del libro. Esto es lo que tiene el sexto sentido, que te advierte cuando hay algo que va a poner de nuevo tu mundo patas para arriba.
Levanto la mirada y lo veo venir, Federico, con la sonrisa mas grande que jamas le haya visto dibujada en la cara.
Ahí estaba después de todos estos meses, en un bar en el que jamas me iba a imaginar que me lo podía encontrar.
Me quedé helada, petrificada. Estaba tan lindo con una camisa blanca, jeans y lentes. Bronceado, muy bronceado. Todo en el desprendía actitud ganadora. Todo él era hermoso. Todo lo que creí que había dejado atrás, volvió en lo que dura un chasquido de dedos.
No podía emitir palabra, ni así quisiera.
- No puedo creer que de todos los bares te encuentre justo a vos acá - me dice sin perder la sonrisa mientras se saca los lentes.
No, no y no, no puede ser tan lindo.
Me levanto cuando siento que las piernas me vuelves a responder y lo saludo con un beso en el cachete. Su perfume me perforo el cerebro. Sus ojos hicieron que me estallaran los sesos por todos lados.
- Fede, como andas? tanto tiempo! - mi tono de sorpresa era inevitable. Los dos nos reíamos como tontos.
- Bien - me dice - vos? - me mira, me come con la mirada y yo sigo como una tonta parada con el libro en la mano.
-  Bien, leyendo un poco como para no perder la costumbre - le digo mientras levanto un tanto timida el libro que tenia en la mano.
- No puedo creer que te haya encontrado acá, en serio. Nunca se me hubiera cruzado por la cabeza.
Me rio porque no se que decir. Se da cuenta de mi incomodidad.
- Tomamos una cerveza? - me pregunta de forma tan tierna que me es imposible decirle que no.
- Estaba tratando de hacer vida sana, no se si observas que estoy tomando un jugo de naranja.- me rio.
- Podes hacer una excepción por este encuentro? yo vine pensando en merendar un licuado, pero ahora creo que una cerveza me viene mejor.
No se me borra la sonrisa de la cara. Asiento con la cabeza mientras me voy sentando.
Viene la moza, pedimos la cerveza y no hablamos, solo nos sonreímos hasta que llega la chica con la botella, dos vasos helados y un poco de maní.
- Contame de vos. En que anduviste todos estos meses? - me pregunta mientras me sirve la cerveza.
- No mucho- le digo - lo mismo de siempre digamos.. vos?
- No mucho tampoco, lo mismo de siempre.- me contesta tomándome el pelo - que tal las vacaciones? adonde fuiste que todavía estas tan bronceada?- me pregunta mientras termina de servir su vaso y lo deja sobre la mesa.
- Brasil con mis viejos. Hice las vacaciones de y con una pareja de casi 60 años, imagínate, una joda mi vida- no pierdo la sonrisa. Me esta empezando a dolor la mandíbula.
- Brindamos? - me pregunta mirándome a los ojos. - Por el encuentro - se pasa la mano por el pelo - todavía no me lo puedo creer - me dice en tono cómplice.
- Salud - le digo. Chocamos los vasos y tomo un poco sin perder el contacto visual.- Vos? tus vacaciones? - Pregunto eso cuando en realidad lo que quiero preguntar es ya conociste a alguien? me extrañaste un poquito todos estos meses?
- Bien, me fui a Cuba volví la semana pasada.
- Ah, por eso tu bronceado
- si, me fui con Sabrina y el futuro esposo. Imaginate la joda de mis vacaciones. Lo de ellos fue casi una luna de miel.
Me rio con carcajadas. Dios, como lo extrañe.
- y? me pregunta
- y que? - le retruco.
- Algún garoto por Brasil? - lo pregunta tan serio que hace que me tiente de nuevo.
- No, nada.- no le pregunto a el porque no estoy segura de querer saber la respuesta. Me mira como examinándome.
- No te creo - me dice en tono de chiste.
- No me importa - le contesto tratando de hacerme la seria.
- Estas callada. No se. Hay algo raro. Desde que me senté no me tiraste ni uno de tus chistes sarcásticos.- me dice insitandome a una charla mas suelta.
Suspiro y le digo la verdad
-No se que decirte. Creo que todavía estoy shoqueada de verte.- me sonrío y apuro la cerveza.
- Que loco no? - me contesta pensativo.
- Si, muy mucho como dicen por acá.
No me dice nada, solo me mira y se que esta buscando las palabras para decirme algo pero no estoy segura de que.
- Mía, yo estuve mal con vos. Estuve muy mal. No se como pedirte disculpas. - me mira y veo que realmente esta arrepentido. A la mierda la charla distendida pienso yo.
- Esta bien Fede, en serio. Ya paso.- levanto un poco los hombros como resignada. Y me acuerdo de la ultima vez que fue a mi casa. - Y ya te dije que te había perdonado. Ya esta, en serio. - hago énfasis en el "ya esta"
- Te veo bien - me dice algo cauteloso - y no se si es posible pero estas mas linda que la ultima vez que te vi.
Me sonrío tanto que creo que se me va a salir la cara de lugar.
- Eso me suena a otro brindis, por estar mas linda que nunca- le guiño el ojo y volvemos a brindar.
- En serio quiero saber, que hiciste estos meses?
- No mucho. Estuve hasta las manos con la rendida, cuando podía me pegaba una escapada a las sierras, me volví a casa para las fiestas, después Brasil. Volví el primero de febrero y arranque con la rutina. No hay mucho para contar. Vos?
- El estudio me estaba matando. Se nos juntaron todos los trabajos en diciembre y enero. Por eso me fui tan tarde de vacaciones. Me iba todos los findes a las sierras con mi familia, pasamos las fiestas allá. Me tomé esos días y después volví a la oficina. Estaba desierta la ciudad.
Estaba por decirle alguna cosa sin sentido cuando siguió hablando.
-Sabes que fue lo primero que se me vino a la cabeza la primera vez que fui a la casona después de lo nuestro? - me lo pregunto medio cabizbajo.
Se me disparo el corazón. Negué con la cabeza.
- La cantidad de veces que te dije que íbamos a ir - hace una pausa y suspira - y al final nunca fuimos.
Lo miro y no me salen las palabras, otra vez.
Me suena el teléfono. Es una llamada de un numero que no conozco. La dejo pasar.
-Contame de Cuba - le digo entusiasmada. - Siempre quise conocer.
Me cuenta, me habla media hora de la cultura, la comida, las tradiciones, la arquitectura, todo el es tan detallista.
Pedimos una segunda cerveza, y una tercera mientras hablamos de mis planes a futuro, de los suyos, del futuro casamiento de su hermana, de mis viejos, de la noche. Hablamos tanto que cuando me doy cuenta son las diez y media de la noche.
Cuando nos estamos yendo me dice te llevo.
- No, no te preocupes, esta hermosa la noche para caminar.
-Dale, te llevo, no me cuesta nada.
Ya estamos parados cara a cara y la cerveza no paso desapercibida en mi organismo. Me muero por besarlo. Me duele la panza de las ganas de besarlo. Me queman los labios. Pero es mejor seguir adelante, así que paso al lado de el mientras le digo que si, me puede llevar.
Subo al auto y automáticamente me arrepiento.
-Como no me hablaste de ninguna mudanza calculo que seguirás viviendo en el mismo lugar de siempre no? - me pregunta apenas se sube al auto.
- Si, mismo lugar. - le digo mientras me pierdo en la ventanilla.
Pone la radio y no hablamos, en menos de cinco minutos esta en la puerta de mi casa.
Me giro un poco en el asiento para mirarlo cuando estaciona.
- Me gusto verte, me alegro en serio verte bien.
- A mi también me gusto verte.- me dice mientras por primera vez en toda tarde-noche me acaricia el brazo.- Y te quiero volver a ver.






Parte XI

Cuando me pongo nerviosa siempre el cuerpo me responde de la misma manera, manos frias, corazon acelerado, una transpiración fina, casi imperceptible, una especie de adrenalina corriéndome por todo el cuerpo. Esos fueron todos los sintomas que senti cuando escuche su voz. Fui incapaz de reaccionar y me quede con el telefono del portero en la mano probablemente por mas de un minuto.
Eli fue mi primer pensamiento.
Colgué el portero sin contestarle a Federico y la llamé, me atendió al segundo tono. 
-No vengas. Esta Federico abajo y en serio, quiero estar sola. No me odies, te llamo mañana apenas abra los ojos. Te prometo
La escuche suspirar del otro lado.
-esta bien, es tu decision y la respeto. Si me necesitas, estoy acá.
-Gracias amiga. Te quiero.
Corte la llamada antes de volver a llorar.
Tengo que bajar me dije. Tengo que afrontar y ponerle un fin a esta situación. Yo valgo la pena me lo repetí todo el trayecto en ascensor hasta llegar a planta baja.
Lo vi y se me corto la respiración. No me entra en la cabeza como puede ser que una persona que conozco hace un mes y chirolas me afecte tanto. Camine lento hasta el portón. Él estaba de espaldas, se dio vuelta cuando me sintió llegar.
Me dice un hola timido y yo todo lo que quiero es saltar arriba de el, comermelo a besos, sentir su olor.
-Hola- le contesto tratando de sacar todos esos pensamientos de mi cabeza. Lo miro a los ojos pidiendole explicaciones. Me esquiva la mirada.
-Perdoname me dice mirando al piso.
Y ahi en ese momento me doy cuenta que me tengo que hacer de tripas corazón.
-Te perdono, en serio - se lo digo en el tono mas tranquilo que tengo. Me mira cauteloso. - te perdono- le repito.
- Quiero que hablemos, hay un millon de cosas que te tengo que explicar - hace un intento de acercarse, miro el suelo - quiero que esto funcione - me lo dice casi en un susurro. 
No lo puedo ver, me duele sentirlo cerca mio.
- Mirame Mía - se acerca del todo y me levanta la cara.
- No puedo Fede - le digo mirandole a los ojos con una seguridad que no sabia que tenia. - Estas perdonado, aunque no hacia falta que vengas hasta acá para pedirme perdón, pero no puedo seguir con esto. Si te importo un poco aunque sea te pido que no me llames mas, ni vuelvas por acá. Buscamos cosas distintas y lo mas sano es que cada uno siga su camino. - voy diciendo las palabras y no me las creo ni yo, pero sueno firme y determinada por alguna razon.
El se va alejando de a poco pero me sostiene la mirada.
- Estas segura?
- Si, es lo mejor-
- Esta bien- me lo dice tan bajito que casi no lo pude escuchar. 
Estar ahi parada, verlo, leer en su mirada la confusion, la desilucion, estaba dolido. Era mucho. Mucho mas de lo que en ese momento estaba preparada para lidiar.
Le di un beso en el cachete y le dije un simple chau antes de volver a entrar al edificio sin mirar atras.
Sentía el cuerpo adormecido, me pasaba todo y nada al mismo tiempo. Era como si mi cabeza se negaba a procesar los últimos diez minutos de mi vida.
Me metí en la cama, y lloré de impotencia esta vez. Por no estar segura, por tener tantas emociones dando vueltas, lo queria, lo odiaba, queria escucharlo, saber que explicación me iba a dar, quería atiborrarlo a preguntas, y al mismo tiempo me quería olvidar de él.
Al rato me quede dormida.
Me levanté asustada con la alarma del celular. 
Era otro de esos días en que me pesaba el cuerpo, la cabeza.
Me di una ducha un poco mas larga de lo habitual, me cambié, busqué un ibuprofeno y me fui a trabajar.
Fue esa la rutina de toda la semana.
Hasta que llego el viernes. Antes de volver a casa después del estudio pase por el supermercado compre lo básico y me encerré en casa.
Necesitaba dormir. Estaba tan cansada que toda la rutina era una tortura.
Y dormí. Diecisiete horas seguida. Todavía abombada de tanto sueño la llame a mamá para darle señales de vida y seguí durmiendo. Asi pasó sabado y domingo. Me levante para comer cuando los gruñidos de la panza no me dejaban de molestar, tomar agua e ir al baño unas veces. Pero el cansancio parecía no querer abandonarme.
Eso era todo lo que sentía, ya ni siquiera lloraba, me costaba tener los ojos abiertos por mas de tres horas seguidas. 

El lunes me levante, me obligue a tomar el desayuno y cuando salí a la calle después de tres días de encierro con solo sentir el aire fresco en la cara me di cuenta que tenia que cambiar de actitud. Vamos, vamos Mía, levanta ese animo me dije a mi misma, y me pegue una patada imaginaria en el culo por haber sido semejante bajón todos estos días.
Se acabo el cursado, así que tenia mas tiempo para mi.
Estuve inquieta lunes y martes, ansiosa. 
El miércoles llame a las chicas. Organice un fin de semana en las sierras, una escapada para cambiar un poco de aire.
Y así paso noviembre y gran parte de diciembre, entre preparar finales, trabajar y escapadas a las sierras cada vez que tenía una oportunidad, ocupe mi agenda con todo lo que tenia a mano. 
Cada vez que el aparecía por mi mente automáticamente desechaba la idea.
Fui feliz el 23 de diciembre cuando me subí al colectivo para volver a mis pagos. 
Hasta el año que viene docta querida me despedí de mi ciudad adoptiva en el primer escalón del bondi. 
Llegar a casa es estar en paz. Rodearse de todo eso que hace bien, hace que todo vuelva a estar bien, hace que todo encaje. 
Me rehusaba a pensar en él. Me rehusaba a ver, olor o escuchar cualquier cosa que me asociara a él. No fue fácil pero se fue haciendo mas llevadero con el tiempo.
Fui de vacaciones con mis papas a Brasil, y literalmente me desenchufe por 20 días del mundo. Todo lo que sabia hacer era ir a la playa, leer,caminar, mirar alguna película en el dvd portátil y dormir. 
Volví a la docta el primero de febrero con los aires totalmente renovados. Con un peso menos en los hombros. Con ganas de empezar a dar batalla a otro año electivo, a nuevos desafíos en mi vida.
Y arranque de a poquito de nuevo, preparar finales, el estudio, las juntadas con amigos.
Federico paso a ser un lindo recuerdo. Estuvimos juntos un mes y yo necesite casi tres para sacarlo de mi sistema, que ironía.








23 de septiembre de 2015

Tengo un mapa de su cuerpo en mi cabeza.
Sé de la cicatriz que tiene cerca del ombligo, el tamaño exacto de sus hoyuelos cuando se ríe, el sabor de su boca después de un vaso de vino, el marrón de sus ojos achinados.
Sé la cantidad las canas que tiene en la barba, el lugar exacto del tatuaje que siempre quiso y nunca llegó.
Sé donde siempre le duele la espalda, donde le pesa el cansancio del día.
Sé la temperatura de sus manos de uñas cortas y prolijas, lo poroso que puede ser su codo, y como es dormir con sus pies calentitos acurrucado a los míos.
Sé a que huele su piel después de bañarse, puedo hacer una canción con el sonido de sus ronquidos.
Sé del lunar que tiene en el cuello, puedo dibujar sus piernas dormida y medir el largo de su brazo a través de su abrazo.
Pero...
No sé si prefiere verme maquillada o recién levantada, desnuda o vestida,
No sé si le gusta que le haga cosquillas, ni cuales son las cosas que lo hacen sonreír durante el día.
No sé sus libros o películas favoritas.
No sé cual es el gusto de helado que no puede faltar en su cucurucho, Si pide los pastelitos de membrillo o de batata, si los acompaña con mate dulce o amargo.
No sé su segundo nombre, aunque su nombre de pila aparezca infinitas veces dando vueltas en mi cabeza.
No sé si se parece mas a su mamá o a su papá, un poco a los dos, o tal vez a ninguno.
No sé si los días de sol lo ponen de buen humor, si es del vaso medio lleno o medio vacío.
Sé que su cuerpo se amolda perfectamente al mío para hacer cucharita, que cuando me abraza antes de dormir el cuerpo se me relaja y puedo soñar tranquila.
Sé que lo quiero sin conocerlo y también se que me va a doler.


26 de julio de 2015

Cielo o piel.-

Esa noche fue instinto puro, desenfreno. Fue un hacer para despojarnos del sentir. Fue gritar sin palabras, un desahogo de amor, amargura, resignación, tristeza, deseo.
Cada beso era éxtasis puro, cada arremetida era eléctrica. Te miraba, absorbía cada gesto, grababa cada sonido. Sabia que era la ultima vez que te sentía.
La decisión estaba tomada, no seguíamos un mismo camino.
Y después de separar los cuerpos, (sentir escalofríos en la espalda, caminar por el piso frío, rodear la estufa, buscarte, abrazarte, olerte, llenarme los pulmones de vos) nos vestirnos, nos sonreímos incómodamente en un ascensor diminuto, salimos a la mañana helada de un nuevo día de invierno, tus ojos buscaron mi boca, me diste un ultimo beso con gusto a poco, que supo decir todo... y nos despedimos.
Fue así que esta experta en ultimas miradas se guardo la tuya en el bolsillo.