Esa noche fue instinto puro, desenfreno. Fue un hacer para despojarnos del sentir. Fue gritar sin palabras, un desahogo de amor, amargura, resignación, tristeza, deseo.
Cada beso era éxtasis puro, cada arremetida era eléctrica. Te miraba, absorbía cada gesto, grababa cada sonido. Sabia que era la ultima vez que te sentía.
La decisión estaba tomada, no seguíamos un mismo camino.
Y después de separar los cuerpos, (sentir escalofríos en la espalda, caminar por el piso frío, rodear la estufa, buscarte, abrazarte, olerte, llenarme los pulmones de vos) nos vestirnos, nos sonreímos incómodamente en un ascensor diminuto, salimos a la mañana helada de un nuevo día de invierno, tus ojos buscaron mi boca, me diste un ultimo beso con gusto a poco, que supo decir todo... y nos despedimos.
Fue así que esta experta en ultimas miradas se guardo la tuya en el bolsillo.
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