El fresco de la tarde, entre mates y facturas nos había obligado a ponernos los abrigos. Sin embargo, todavía podía sentir los últimos rayos de sol pegándome en la cara. Me invadió la necesidad de levantarme los lentes para que me inunde por completo.
Por unos segundos, me perdí en el cielo infinito, las nubes inalcanzables, el sonido del aire, el ruido de las hojas secas, el piar de los pajaritos, el olor a otoño que me enamora cada año.
De cara al sol respiraba paz.
No podía escuchar las voces de mis amigas, los gritos de los nenes jugando, los chicos y el futbol, las carcajadas de los que nos rodeaban. Estaba sola bajo ese cielo inmenso, lejos de los prejuicios, las obligaciones, los problemas, los seres queridos, las anécdotas... lejos del mundo, lejos de todo, lejos de vos.
De repente escucho: "Cele, pasa el mate" y me vuelvo a conectar con la humanidad.
1 comentario:
"...Y vuelvo a caerme mi nube privada..."
¿A quién no le ha pasado algo semejante alguna vez?
Saludos
J.
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