10 de octubre de 2013

Gino I

Lo curioso de recordarte, es que te recuerdo a medias.
Me acuerdo de tus manos siempre frías sosteniendo las mías, el estirón habitual cuando me pedías ayuda para levantarte, pero mi memoria ya no tiene registro de cómo se sentía el roce de tu piel sobre la mía.
Me acuerdo de cada uno de tus dichos, reproduzco algunas de nuestras conversaciones enteras en mi cabeza, pero no logro dar con el tono exacto de tu voz.
Me acuerdo cada detalle de tu casa, las fotos, las magdalenas en la cocina, la coca (siempre de vidrio) en la heladera, los detalles del espejo del baño, tu cama y tu placard; pero no consigo cerrar los ojos y sentir ese aroma tan característico que me inundaba cada vez que abría la puerta de tu casa. El olor a la casa del abuelo no está mas.
Llega un punto en que la imagen de cada uno de los detalles que hacían tu vida, y te hacían a vos, ya no son suficientes. Hay días que tengo necesidad de escucharte, de que me toques las manos, de volver a los almuerzos de milanesas y arroz.
Pasa el tiempo y tengo la sensación que te me escapas entre los dedos, mientras seguís doliendo como el primer día que te fuiste.

3 comentarios:

JLO dijo...

lo lindo es tener esos recuerdos frescos... no es poco...

y haberlos vividos claro, con una persona así... salu2....

Ale dijo...

Viste, esos olores tan característicos, la comida, la paz que nos dan... personas que uno no puede apartar de uno por más que no estén entre nosotros. Somos como una extensión de ellos.

Linda descripción de tanto sentimiento :)

Un punk ignorante dijo...

Muy bueno miss