No puede ser que este sonando el despertador! Dale Mía, abrí los ojos que te espera un día de locos, me reta mi yo racional. Es imposible dice mi ángel endomoniado, ya está, sacrifico el desayuno por veinte minutos mas en la cama.
Salto de la cama, me visto a las apuradas, me miro en el espejo y veo el mismo reflejo de siempre, los rulos indomables, ahora mas cortos que nunca, la cara de dormida y los ojos un poco mas verdes que de costumbre, por suerte de a poco me fui sacando la blancura de la piel de invierno y para estar a principios de octubre ya estoy bastante bronceada. Empiezo a lavarme los dientes cuando pienso en que el pelo corto me sienta bien, pero nunca creí que me iba a dar tanto trabajo arreglármelo todos los días. Miro el reloj y sé que si no me apuro voy a llegar tarde.
En el estudio lo mismo de siempre, arranco con el mate para Gastón y hoy elijo un café para mi.
Julian se toma el día porque está arreglando los últimos detalles del casamiento de mañana, lo que es muchísimo mejor porque no tengo ganas de aguantar preguntas sobre Federico. Anoche decidí antes de quedarme completamente dormida que no voy a aceptar su solicitud de amistad, por lo menos no ahora.
Cuando abro la puerta de casa cerca de las diez de la noche después del gimnasio, me tiro en el sillón y pongo música, elijo algo de Calamaro. Me suena el teléfono, miro la pantalla y es Eli.
- Gorda vamos a tomar algo!-me dice antes de decirme hola. Sé que me quiere contar algo, cuando esta así de acelerada es porque tiene novedades.
-Dale - le digo sin muchas ganas - pasame a buscar en una hora así me das tiempo para bañarme, recién vuelvo del gimnasio.
- Perfecto, en una hora estoy ahí, tengo novedades, que cuando te cuente te morís.
Vamos a un bar a la vuelta de casa, hablamos unas horas con mojitos de por medio para ponernos al día, me cuenta de su nueva conquista, yo, le cuento toda esta historia rara con Federico, y cuando me estoy cayendo de sueño en la mesita volvemos a casa. Se queda a dormir.
El sábado nos levantamos cerca del medio día, hago una ensalada Cesar y le muestro el conjunto para el casamiento de esta noche. Comemos y nos ponemos a tomar sol en la terraza.
Me miro en el espejo ya loqueada y lista para salir, el demonio que hay en mí pone los pulgares arriba, aprobando el look e intenta que saque la perra que tengo adentro, pero mi yo racional, obviamente lo detiene en seco.
Tengo una pollera de seda azul noche, larga hasta el piso con pintitas en color crudo tirando a blanco, una blusa del mismo color de las pintitas de la pollera, con escote redondo adelante, lo suficientemente reveladora, casi sin espalda, unos zapatos fucsia y un cinto trenzado finito de gamuza para resaltar el corte entre la pollera y la blusa. La blusa sin espalda es para morirse, y en ese momento, mirándome al espejo, me alegro de haber pasado varias horas bajo el sol.
Maquillaje sencillo, concentrado mas que nada en los ojos delineados y con algo de iluminador, muy poco de rubor para resaltar el bronceado, y algo de color en los labios. Al tener el pelo corto no tengo muchas posibilidades de hacer el gran peinado, así que me dejo los rulos naturales bien arreglados.
Es la primera vez en la noche que me siento nerviosa, estoy segura que Federico va a estar en la fiesta, y el tipo está tan bueno que me desconcentra, si tomo más de la cuenta va a ser imposible resistirme a sus encantos, lo sé incluso antes de salir de casa.
Gastón y Flor me pasan a buscar a las siete de la tarde para ir a la iglesia, queda en las afueras de la ciudad lo que me da tiempo a relajarme en el trayecto en auto.
Llegamos, saludo a la gente del estudio y tratando de disimular lo busco entre los grupos que se están juntado afuera de la iglesia.
De repente lo veo ahí, hablando con un grupo de señores algo entrados en años y para mi sorpresa hay una chica que lo esta agarrando del brazo, no de la mano, sino, mas bien como entrelazando los brazos. Tiene que ser la novia, pienso automáticamente. Siento bronca y una pizca desilusión. En el fondo sabías que era demasiado bueno para ser verdad me grita mi yo racional. Me hago la indiferente y pretendo prestar atención a la conversación con los chicos, pero no tengo ni la mas mínima idea de lo que hablan, sólo estoy pensando en lo increíblemente estúpida que fui. Haberme puesto tan nerviosa por ver a un tipo que obviamente me vendió un par de espejitos de colores. No, no, no, mi yo racional gira la cabeza en señal de negación, en realidad no, si nunca te dirigió mas de dos palabras tarada!. Decido sacármelo de la cabeza, ya está, voy a disfrutar la noche y parece que hay tantos invitados que no creo que me lo cruce muchas veces a la noche.
La ráfaga de desilusión sigue ahí, latente, durante toda la misa.
Vamos al salón que queda relativamente cerca, miro el piso la mayor parte del tiempo, para evitar mirarlo.
En la entrada del salón nos esperan con unos aperitivos.
Hay un arco de piedras blancas en la recepción, que da paso a la parte donde están las mesas, realmente deben de venir mas de trescientos invitados, pienso a penas veo la cantidad de mesas, a nosotros nos toca una casi en la esquina izquierda. Me siento aliviada porque depende de dónde me siente se reduce bastante la visión. En frente de las mesas hay una barra y entre ambos un espacio que supone ser la pista de baile porque está frente al DJ. El salón es casi en su totalidad blanco, decorado con telas y flores, lo cierra un ventanal todo a lo largo que da a un patio con sillones blancos, un camino de velas y más flores.
Ceno tranquila, la comida esta riquísima y me tomo un par de copas de vino blanco dulce. Trato con todas mis fuerzas de no mirar a ningún lado.
Terminamos la cena y el efecto de las copas de vino hacen que me relaje. Tamara quiere ir al baño, aprovecho la oportunidad y voy con ella a retocar el maquillaje. Tenemos que atravesar el salón entero, la pista de baile y la barra para llegar a los baños. Pongo mi mejor porte, levanto la barbilla y me desplazo como si nada consiguiendo caminar con elegancia y soltura por todo el salón, la vista básicamente fija en la barra donde no hay nadie.
Volvemos sin mayores complicaciones, pasan el vídeo de los novios, hablan un poco los padres y arranca la fiesta.
Nos quedamos sentados un rato más en la mesa, saco el BlackBerry del sobre que es del mismo fucsia de los zapatos y el cinto. Tengo un mensaje de Eli, Y?? YA LO VISTE AL FAMOSO FEDERICO? QUIERO NOVEDADES!!!. No me explico cuál es la necesidad de las mayúsculas, pero le respondo: Me parece que tiene novia, te mantengo al tanto, pero estoy segura que esto no va más allá.
En eso, se me acerca Flor y me tira para que vaya con ella a la pista de baile. Eramos muy pocos los invitados que todavía seguíamos sentados. De mala gana me paro y voy, bailamos un par de temas con Gastón y los chicos del estudio y me acerca a la barra para pedir otra copa de champagne, cuando miro a la izquierda esta él parado con toda su hermosura...Mierda, no puede estar tan bueno, vuelvo a pensar por millonésima vez. Tiene un traje negro, camisa blanca y corbata fina. Definitivamente a algunos tipos habría que vedarles el derecho de usar trajes, no le puede quedar tan bien!
Me sonríe y se acerca.
- Hola- me dice. Sonrío y hay un silencio incómodo entre los dos. Me mira de arriba a abajo y sigue como si nada - Estás hermosa Mía. Que vas a tomar? - busco las palabras pero su mirada me come entera.
1 comentario:
No me dejes con la intriga por favorrrrrrrrrr. Ja! estoy interesada en como sigue tu historia, ojala no tenga novia Fede.. y hayas terminado bien la noche! tendrias que subir una foto de esa noche con tu vestido, que por como lo describis, es genial. Suerte!!!!!!
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