Un año.

Pasó un año y un día desde que empecé a escribir este blog. 

Arranqué, con el corazón en la mano, por una historia que no iba ni para atrás, ni para adelante. Un signo de interrogación gigante me perseguía con respecto a la carrera, en realidad, era un signo de interrogación con respecto a la vida misma, estaba perdida, desorientada en todos los sentidos. Otro fin de año se asomaba despacito y, aunque nunca falten los motivos para brindar, aquél 31 de diciembre no iba a levantar el teléfono para poder desearle feliz cumpleaños al abuelo, eso, se supo instalar como una piedrita en el corazón.

Un año después de aquella primera entrada, 

puedo decir que me deshice de por lo menos diez centímetros de rulos, necesitaba que mi exterior muestre los cambios que poco a poco me estaban dando vueltas en el interior, cortarme el pelo fue uno de los mejores impulsos que tuve en todo el año. Pude ir al gimnasio y cortar con algunas de mis propias barreras, por algún lado había que empezar a cortar con el círculo vicioso de comer, dormir, leer. Seguí al pie de la letra las sesiones con la psicóloga. Estoy tratando de  superar aquella historia. Voy sacando músculos remandola en la facu, viendo lo positivo de la carrera, imaginándome un futuro ejerciendo esa profesión. 

Estoy en proceso, por primera vez en mis casi veintitrés años, de conocerme, entenderme, y por sobre todas las cosas tratar de aceptarme. Tengo que limar conmigo misma muchas asperezas. Quererme un poco más es el próximo objetivo.